Choque cultural inverso | Capítulo 1: "La guiri soy yo"

Cuando ya pensaba que al volver de Alemania finiquitaba con el capítulo del choque cultural (que ni es "choque" ni es solo uno, sino que son son varios trompazos con sus vueltas de campana consecuentes), me topo de bruces, y en mi propio país, con el choque cultural inverso. El caso es llevarse hostias por todos lados. 
Menos mal que el regreso me pilla parapetada con la mejor de las protecciones para amortiguar los golpes: el humor (y mi flexibilidad ibérica). 


Ya se podía intuir en las visitas esporádicas, sobre todo en las veraniegas. Sentía que el sol me quemaba más que antes. ¿Se me habría afinado la piel? ¡Eso no tenía ningún sentido! En todo caso debería ser al revés, que mi piel se hubiera endurecido tras años sumida en un ambiente casi polar, por aquello de proteger los órganos internos. 
 
¡Vaya! Parece ser que también se afina el oído. ¡Qué algarabía constante la que hay aquí! Si algo tengo que destacar sobre el resto de cosas de la lista de trompazos ésta es la primera. 

En su día hablé de "el mal del oído ibérico", ese trastorno del emigrante hispanohablante que va a parar a un país en el que los decibelios de los oriundos están muy por debajo de lo que registra nuestro rudo aparato auditivo. A su vez, las revoluciones de nuestra emisión acústica están pasadas de rosca para los suyos. 
Pasado un tiempo y por aquello de adaptarse al medio, crees haber conseguido de alguna forma bajar el volumen de tu voz a niveles más aceptables, hasta que te juntas en un bar con tres o cuatro compatriotas. Las cejas arqueadas a tu alrededor te dirán que no. 
Por supuesto, sigues sin atreverte a contestar a tu madre si te llama al móvil estando en el metro o en el bus. 
Imagen de Eric Perlin en Pixabay
(Edvard Munch, "El grito")

Cuando vienes de visita a tu tierra, quedas con tus amistades y decidís ir a una cafetería, sales de allí con pitido de oídos, ronca y sin haber podido tener una conversación decente, como las de antes. ¿Ha cambiado tu relación con tu grupo de siempre? No. Bueno, sí, también, pero ése no es el problema en este caso concreto. Lo que ha cambiado, lo que ha mutado son tus aparatos auditivo y fonador. Como consecuencia, te has quedado en un limbo identitario cultural. Pues allí (país de acogida) continúas hablando muy fuerte y aquí (tu tierra) no se te oye. Allí quisieras llevar un sonotone hasta a la panadería, aquí se confunde la voz de quien tienes enfrente con la de las cincuenta personas que os rodean.   

Así sucede que cuando vuelves ("definitivamente"), tus ilusiones, sueños y metas suenan en tu cabeza entrecruzadas con el ruido de los tubos de escape trucados de las motos, los gritos agudos y furiosos que salen de los parques infantiles y las conversaciones de teléfono de gentes desconocidas. Y la vida sigue... en ese sentido, tal y como la dejaste, pero con tu oído y tu voz atrofiados. 

Voy a salir un rato. 
No sin mi protección:

- Pamela
- Crema solar factor 50+
- Mascarilla
- Tapones para los oídos

No te me ofendas, comae. Que lo digo con todo el cariño. Piensa en que a la última persona que me echó en cara ser una exagerada por quejarme amargamente de que en Berlín no encontraba fregonas, y si las encontraba era a un precio prohibitivo, le mostré esto como argumento en mi defensa: 

¡Un chollo! Oder? 

Insisto en la idea que lanzaba en mi anterior post, ya en un tono más formal, de que se trata de hacer un trabajo amoroso y humoroso de reconciliación entre muchas facetas de una misma. Algunas de ellas fueron adoptadas en el país de adopción, algunas de las que llevaste de tu país las abandonaste por no encajar en tu nueva situación. Querrás retomar unas, mantener otras tantas de allí, tendrás que hacer malabares con lo tradicional y lo importado. Te tocará ver con una mirada renovada lo que antes de partir formaba parte de tu paisaje habitual, puede que hasta llegue a parecerte novedoso. A veces, incluso exótico.  

Pues como si de un cocktail o un zumo de frutas tropical se tratara, agarra tu pajita (de papel o metal) y saboréalo. 

Continúa la aventura AQUÍ: https://elretoenuntorno.blogspot.com/

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